Un Manifiesto por la Vida del Mar
Oigamos la voz del mar

Hemos escrito este Manifiesto porque el mar viviente nos importa. Porque aspiramos a recuperar el diálogo con él. Nos rodean muchas presencias olvidadas: la noche es una de ellas. La luz es otra. El silencio es otra. Y lo es el mar.

Hemos escrito este Manifiesto porque creemos que es posible dirigirnos a muchos hombres y mujeres como prójimos, es decir como seres con quienes compartir la emoción de habitar la Tierra. El mar es para nosotros parte de esa emoción. Pero el planeta está siendo avasallado y el mar con él. Uno y otro son acosados a diario por la violencia posesiva que quiere hacer de ellos mera servidumbre.

Hemos escrito este Manifiesto porque estamos convencidos de que no nos queda mucho tiempo para que, entre todos, intentemos contener esta tendencia a la autodestrucción. Nuestra urgencia no coincide con la de quienes tienen una visión puramente utilitaria. Estos necesitan perfeccionar su dominio sobre lo real. Nosotros, en cambio, estamos apremiados por la necesidad de comprender y hacer comprender más y mejor qué significan, como presencias inseparables de la nuestra, la Tierra y el mar. El mar no es para nosotros un objeto de uso y sí una realidad a ser contemplada, es decir valorada y cuidada.

Hemos escrito este Manifiesto porque el proyecto Ecocentro necesita contar con un marco filosófico preciso, tal como lo exige su afianzamiento y desarrollo. Afianzamiento y desarrollo que son indisociables de la supervivencia del mar. Es que vemos al mar con otros ojos que los ojos de la explotación.

No proponemos una relación idealizada con el mar. No somos ingenuos. Tampoco lo es Liniers. En sus dibujos es perceptible la emoción de ver, la conmoción de reconocer la huella del secreto que las cosas guardan para quien se anime a convivir con ellas. Liniers retrata el mar porque le importa como presencia. El mar no le interesa como objeto. Lo invitamos a que diera forma visual a los conceptos básicos que para nosotros son relevantes. Y lo hizo.

Como es lógico, los frutos del mar siempre serán recogidos por el hombre. ¿Quién puede oponerse a ello?

Aspiramos a la preservación de esa fuente de vida y de misterio.

 Santiago Kovadloff y Alfredo Lichter


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