Correspondencia con Jacques-Yves Cousteau

Convocar a Cousteau o a Nemo, en el Calypso o en el Nautilus, era circular en las profundidades de un paisaje oceánico creado por Roger Dean para el vinilo de Yes “Tales from topographic oceans” o por Hergé para el libro de Tintin “El tesoro de Rackham el rojo”. Siempre fue así. La serie de TV del Capitán Cousteau era un compromiso ineludible, una forma de soñar con el Ártico, la Antártida, las morsas, los tiburones, las medusas y los volcanes submarinos. Allí, en cada capítulo, había aventura y el despertar de una conciencia ambiental. Cuando visitó Buenos Aires tuve la fortuna de compartir un almuerzo con él. Y luego intercambiar unas cartas inolvidables. Pasaron más de treinta años y aún sigo, de tarde en tarde, en la borda del Calypso mirando el mar.



Junto a Jacques Yves Cousteau en ocasión de su visita a Buenos Aires. Julio, 1983.


VOLVER
ARRIBA