Introducción “Las Ballenas de la Patagonia”
Las ballenas francas

Presas de los arpones de medio mundo, las ballenas francas llegaron a ser raras en los mares de todas partes. Es por fortuna, más que por los miramientos de las generaciones pasadas, que estos animales aún existan.

Por suerte, en estos días, los botes que se les acercan transportan a los admiradores de ballenas vivas. Ellas dan su espectáculo y muchos lo atesoran entre sus experiencias más cautivantes. Las ballenas no cambiaron. Pero hoy hay más personas preparadas para disfrutarlas.

Patagonia

Sólo si la gente comprara el viento la Patagonia dejaría de ser un lugar desolado. Pero si no lo fuera, perdería parte del encanto que atrapa al que se atreve a mirar su cielo. ¿Qué vieron en ella los temerarios navegantes que, al tratar de descifrarla y controlar con nombres su geografía, la identificaron en sus mapas como el Fin del Mundo? ¿Qué vio en ella Darwin, cuando ya anciano la recordaba aún sin poder explicar cómo un lugar que lo había impactado por su naturaleza inhóspita y mezquina, volvía a su mente con más fuerza que los arrecifes de coral o que la exuberante selva amazónica? ¿Qué le vemos aquellos que vivimos en ella o viajamos por sus caminos pudiendo elegir otros continentes y otros rumbos?

Hay quienes dicen que son los horizontes infinitos. Otros prefieren acusar al desierto. Muchos lo atribuyen al mar. El poeta no se equivocaba: “Dicen que el mar es frío, pero contiene la más caliente de las sangres, la más impetuosa y apremiante” (Las ballenas no lloran, H. Lawrence).

Península Valdés

Una caminata por sus playas tiene la predecible capacidad de desorientarnos en el tiempo. El sentido común nos dice que estamos en las postrimerías del siglo XX. Los ojos, impactados por los restos de animales fósiles de hace 15 millones de años, no pueden confirmarlo.

Hasta ella llegan peregrinos buscando la soledad y la amplitud que es hoy difícil encontrar en casi cualquier parte. Son decenas de miles los que viven, aunque sea en un instante, los apostaderos de lobos y elefantes marinos, confundiendo unos por otros, en una experiencia que deja su marca a veces en lápiz pero casi siempre en tinta.

Las personas

Digámoslo claramente: quienes escribimos estas páginas no tenemos pretensiones de ser autoridades intelectuales en temas de ballenas. Pero las ballenas inspiran nuestra sensibilidad más que cualquier otra manifestación de la naturaleza. Por otra parte, las necesidades de la conservación no pueden cargarse sólo en las espaldas de los eruditos.

Es así que nos decidimos a escribir este libro con estilo deliberadamente personal. No nos esforzamos por ser asépticos ni desapasionados. Tampoco nos mantuvimos estrictamente en la temática ballena franca ni en un estilo científico. Este libro no es sólo sobre la biología de la ballena franca, es también un libro sobre la conservación de la naturaleza.

¿Por qué este libro?

Porque preferimos que la Patagonia siga siendo sinónimo de fin del mundo y no el paraíso perdido. Porque, para nosotros, las ballenas son un símbolo de lo demasiado valioso, de aquello que no puede perderse.

Claudio Campagna y Alfredo Lichter

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