La naturaleza, expresión de lo sagrado

Declaración de la Fundación Ecocentro, Puerto Madryn, Chubut, Argentina, dada a conocer el 1 de Diciembre de 2010, en ocasión de la visita de tres hombres de fe.

La Tierra debe volver a ser concebida como una ofrenda y no ciertamente como nuestra obra, aún cuando sean incontables los cambios que en ella introducimos. Sin dejar de buscar sustento en la Tierra, el hombre debe reconocerla como un bien que no está a su disposición en forma incondicional. Para el creyente, la fe implica también saber habitar la Tierra como huésped y no como déspota; implica respetarla y preservarla como lo que nos ha sido dado en custodia, a cada generación por un tiempo limitado y, a todas, con idéntica demanda de responsabilidad.

Si prestamos atención al mundo, a la totalidad y a la particularidad de la vida en cada una de sus manifestaciones, se pondrá en evidencia lo sagrado. Allí, en el trato con esas manifestaciones, podemos reconocernos como criaturas: en la naturaleza, en el prójimo, en la ley, en el nacimiento y en la muerte, en el enigma del origen de la vida y en el enigma del origen de la conciencia de la vida que, vivenciado por nuestra especie, nos singulariza. Preservar y honrar lo sagrado alienta la posibilidad de discernir quiénes somos mediante una actitud solidaria con cuanto nos rodea; mediante el amor a la diversidad, a las expresiones que caracterizan la potencia creadora de la vida.

La brutal depredación que sufre la Tierra pone en evidencia una profunda y persistente negación de lo sagrado. A consecuencia de ello, la vida está seriamente amenazada.

Las numerosas y múltiples manifestaciones de destrucción nos obligan a revisar y cuestionar ciertos modelos de desarrollo. No se trata, por supuesto, de renunciar al progreso sino de preguntarnos si, para alcanzarlo, hemos elegido el camino propicio. El futuro de la Tierra es nuestro futuro; su fragilidad, la nuestra.
Hablemos del mar que aquí, desde el Ecocentro, se extiende ante nosotros.

Al tomarlo en cuenta, vemos creación expresada como una presencia ante la cual desplegamos acciones objetivas, a la vez que actos introspectivos. Pero lo estamos agotando. Estamos a punto de perder su presencia. A un paso de ahogarlo. Obramos como si no tuviera límites o fuera invulnerable. Si detenemos el frenesí en que vivimos, si reflexionamos, tal vez sea posible salvarlo. Pero hoy el mar se enfrenta a un momento donde nada ni nadie puede garantizarle un final feliz. Nuestro rol es tan excluyente e irrenunciable como nuestra esperanza.

Para las religiones, el vínculo con lo sagrado, la relación con Dios, está presente de modo eminente en la relación con nuestros semejantes y con el mundo que habitamos. El diálogo interconfesional desplegado con especial constancia y fecundidad, constituye en la actualidad una de las configuraciones más ricas de la globalización indispensable. Es aquélla en que la búsqueda de valores consensuados no se logra a expensas de las particularidades en juego sino gracias a esas mismas particularidades. Cada credo reconoce, en la modalidad específica que asumen los demás credos, una forma tan legítima como necesaria del valor de los bienes indispensables, tanto materiales como espirituales, que él mismo promueve y necesita.

En esta oportunidad hemos convocado a un encuentro interreligioso porque entendemos que las religiones contribuyen a detener y revertir la devastación de la Tierra, a mantener viva la Creación. También ellas, al redescubrirla sin cesar como expresión de lo sagrado, contribuyen a que su compleja trama de expresiones y valores nos resulte imprescindible.

Santiago Kovadloff

Alfredo Lichter

Fundación Ecocentro

Adhieren:

Padre Guillermo Marcó
Omar Abboud
Rabino Sergio Bergman

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