Ecocentro diez años
Hacerse eco

Si observamos la Tierra desde el espacio exterior se nos revela integrada, armónica. Atmósfera, continentes, mar, en una esfera conectada con satélites, planetas… ¡Las estrellas! Sus tres cuartas partes de superficie marina forman un gran volumen en movimiento. Una arquitectura compleja y sensible que condiciona y sostiene la vida en la Tierra. Pero en ella hay evidencia de lesión, de daño. A veces temporal, casi siempre permanente. Es que la humanidad está en crisis: apropiación, indiferencia, totalitarismo cultural. Para alcanzar un encuentro con la naturaleza debemos recuperar la capacidad de abstraernos y así advertir la presencia del mundo como un todo. Para ello debe ocurrir un profundo cambio cultural que dé nacimiento a personas que necesiten que la naturaleza sea respetada. Que busquen en ella la relación entre las partes para ir luego hacia la interlocución desde una posición de no amo. No nos engañemos, el ser humano quiere ser dueño de la Tierra y si fracasa desespera, retrasando una visión orquestada en el orden planetario. Debemos convertirnos en ciudadanos y no en meros consumidores. Individuos con la determinación de aprender a habitar el Infinito.

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